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OPINIONES

APORTES AL FEMINISMO DESDE LAS NUEVAS MASCULINIDADES

Por Suma Qamaña

Luego de las multitudinarias manifestaciones que las diversas organizaciones feministas han levantado a lo largo de todo el país, se han expuesto claramente demandas que buscan, en sus diferentes grados, acabar con las distintas expresiones de violencia de género. Todo esto, favorecido por denuncias que valientes mujeres han sido capaces de visibilizar y que dan cuenta de una profunda situación de violencia estructural a la que se ven expuestas desde temprana edad. 

Estas denuncias, lejos de ser vistas como algo ajeno y ocasional, han sido incorporadas como situaciones reiteradas de violencia las cuales poseen elementos comunes como los perpetuadores: compañeros, colegas, familiares, e incluso sujetos desconocidos; así como los espacios: instituciones educativas, lugares de trabajo, hogares, la vía pública, entre otros. 

Ha sido en este contexto en el cual, históricamente, las mujeres han tenido que desempeñarse, encontrándose cotidianamente con expresiones de violencia que en su totalidad han provenido de un sistema que constantemente busca la opresión de las mujeres y de sus identidades. En este mismo sistema nosotros, los varones, hemos sido socializados como los sujetos con poder, y los que mediante este poder ocasionamos directa (por acción) o indirectamente (por omisión) las situaciones de agresión hacia las mujeres.

El patriarcado, comprendido como el sistema que otorga el poder de construcción de la sociedad a un pequeño grupo de varones, se transforma en uno de los centros de reflexión de quienes luchamos por la emancipación desde el feminismo, tanto para mujeres, la comunidad LGTBI+, y varones. De esta manera, el feminismo, junto con develar críticamente la construcción social de la mujer, lo hace también con la del hombre, transformándose así en la ideología liberadora de la opresión de los géneros. Es relevante, a pesar de esto, comprender la necesidad de establecer formas específicas en las cuales se proponga la acción transformadora que representa el feminismo, entendiendo que, como varones, nos encontramos en un contexto diferente a como se encuentras las mujeres y la comunidad LGTBI+.

Puede ser por esto que, para algunos, el feminismo se convierta en una oposición a una construcción de identidad, al parecer, única e inmóvil de los varones. Es por esto que aún es común el discurso que considera el feminismo como algo contrario a los varones, o peor aún, el feminismo (o feministas) como algo homólogo al machismo (y los machistas). El movimiento feminista, consciente de esta situación, ha desarrollado estrategias que contrarrestan estos discursos que se construyen desde la desinformación, de tal manera de favorecer la construcción de nuevas identidades masculinas. 

Sin embargo, los varones aún no hemos podido generar nuestras propias herramientas e instancias de interpelación entre nosotros mismos. Los varones no hemos podido defender y estructurar de manera adecuada las nuevas identidades de la masculinidad que surgen desde el feminismo. Esto es fundamental, ya que producto de nuestra socialización reproducimos constantemente situaciones que profundizan la violencia que ejercemos hacia los demás géneros. Por esto, repensar “lo masculino” se transforma en tarea esencial de nosotros, para construir nuestras identidades. Ciertamente, esto se logra teniendo en cuenta que al ser juez y parte podemos caer en recursos como la victimización y la autocomplacencia –entre otros –por lo que la retroalimentación de las mujeres, y la comunidad LGTBI+ es esencial para poder identificar las falencias que podemos estar teniendo en la construcción del nuevo camino de “lo masculino”.

Este camino se construye siendo tajantes como varones en expresar el repudio activo a cualquier forma de opresión y de violencia de género ejercida por nosotros, sea manifestada como agresiones físicas o psicológicas, desigualdad salarial, en las labores domésticas, o bien, mediante micro-machismos en nuestras relaciones familiares, de amistad, amorosas, laborales, en todos los espacios en los que participemos, provengan de quién sea.

En la cotidianidad de nuestras vidas debemos tener presente la desnaturalización de nuestras conductas violentas y las de otros varones, de tal manera de tomar acciones que afecten la individualidad y la colectividad de la construcción de las nuevas masculinidades que se gesten dentro de esta creciente revolución, que, sin duda alguna, será feminista, o no será.

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